Elaborado
por:
Eladio
Contreras
En los últimos días la Republica Dominicana
ha visto con estupor, la ocurrencia de hechos delictivos altamente temerarios.
En una misma semana, en hechos separados, dos
entidades bancarias han sido asaltadas, donde en una de ellas un vigilante fue
asesinado a mansalva, a plena luz del dia.
Se hace la salvedad de que las entidades
bancarias, por su naturaleza, tienen una vigilancia más estricta que otras
empresas, porque en ellas se depositan los activos más líquidos del mundo: El
dinero en efectivo.
Por tanto se presume que tienen vigilancia interna
o directa, y también, los patrullajes preventivos de la Policía Nacional, las
priorizan en sus recorridos de rutina. Al menos es lo que la ciudadanía piensa
y espera.
En la Republica Dominicana, cuando se acercan
las fechas en las que por tradición los presidentes acostumbran a efectuar
cambios de funcionarios, casi siempre se ha apelado a la teoría de que esos
hechos delictivos que se reseñan en la prensa, obedecen a las intenciones de
sectores a lo interno de los organismos policiales o de seguridad, de querer
provocar la percepción de altos niveles de inseguridad, que provoque la
destitución de los altos mandos.
Les confieso que si los hechos delictivos de
los últimos días fueran cometidos por extraterrestres o gente que no pudiera
ser identificada, hasta yo me sumara a esa versión.
Pero resulta que no: Esos hechos ha sido
cometidos por individuos que en casi todos los casos ya han sido identificados
y apresados. Entonces, lo que ha movido a esa gente a cometer esos hechos,
dentro de su desesperación y perversidad, ha sido pensar que se iban a salir
con las suyas.
En República Dominicana, a diferencia de
otros países, donde la violencia tiene un trasfondo político, cultural y hasta
religioso, paradojas de la vida, las principales causas de la violencia
asociada a delincuencia común está asociada al consumo y tráfico de drogas.
Entonces, ese es uno de los aspectos que la
sociedad tiene que evaluar: Una cantidad cada vez mayor de dominicanos
excluidos, están tomando como medio de vida, desarrollar actividades ilícitas,
donde se juegan no solamente la tranquilidad y la libertad, sino hasta la vida.
La sociedad dominicana debe verse en los
espejos de otros países de la región.
Todavía la situación podría controlarse antes
de que se llegue al punto de no retorno, y caigamos en una espiral de violencia
delictiva que haga imposible vivir y desarrollarse en nuestro país.
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